A base dos ensinamentos jesuítas na Europa (sécs. 17 e 18): superstições idolátricas
[As abundantes citações de Edmond Paris no texto sobre jesuítas abaixo (mesmo estando em espanhol, algo que a internet resolve facilmente com tradutores online), e suas referências acessíveis, retira a desculpa do leitor negacionista (desinteressado pela Verdade?) permitindo que outros sejam sua consciência (“nihil obstat“), e aumenta a perseverança do leitor que persegue o rastro da Verdade e não se deixa levar pelas crenças e descrenças ao seu redor, e dentro de si. Hendrickson Rogers].
“El método pedagógico de la Compañía”, escribió el R.P. Charmot, S.J., “consiste primeramente en rodear a los alumnos con una gran cadena de oraciones”. Después cita al jesuíta Tacchini: “Que el Espíritu Santo los llene como se llenan los alabastros con perfumes; que penetre tanto en ellos que, al pasar el tiempo, ¡puedan respirar más y más la fragancia celestial y el perfume de Cristo!” El padTe Gandier aporta lo siguiente: “No olvidemos que la educación, tal como la ve la Compañía, es el ministerio más semejante al ele los ángeles” (F. Charmot, S. J.,“La Pedagogíe des Jesuites” (París: Edit. Spes, 1943), p. 413, 415 e 417).
El padre Charmot dice después: “¡No nos preocupemos de dónde y cómo se inserta el misticismo en la educación!… No se hace por medio de un sistema o una técnica artificial, sino mediante infiltración, por ‘endósmosis’. Las almas de los niños son impregnadas al estar en estrecho ‘contacto con maestros que están literalmente saturados con él” (F. Charmot, S. J.,“La Pedagogíe des Jesuites” (París: Edit. Spes, 1943), p. 442).
El mismo autor da el siguiente “objetivo del profesor jesuita”: “Por medio de su enseñanza se propone formar, no una élite cristiana intelectual, sino cristianos elitistas” (F. Charmot, S. J.,“La Pedagogíe des Jesuites” (París: Edit. Spes, 1943), p. 493).
Estas pocas citas nos dicen suficiente acerca del objetivo principal de estos educadores. Veamos ahora cómo forman a los cristianos elitistas, y qué clase de misticismo se “inserta” (o inocula), “infiltra” o “bombea en” los niños sometidos a su sistema educativo. En primer lugar —algo característico de esta Orden— encontramos a la virgen María. “Loyola consideró a la Virgen como lo más importante en su vida. La adoración a María era la base de sus devociones religiosas y la traspasó a su Orden. Esta adoración se desarrolló tanto que a menudo se decía, y con razón, que era la verdadera religión de los jesuítas” (J. Huber, “Les Jesuites” (París; Sandoz et Fischbacher, 1875), p. 98 e 99).
Eso no lo escribió un protestante, sino J. Huber, profesor de teología católica. Loyola estaba convencido de que [a Virgen lo había inspirado cuando él formuló sus “Ejercicios”. Un jesuita tuvo una visión de María cubriendo a la Sociedad con su manto, como señal de su protección especial. Otro jesuita, Rodrigo de Gois, quedó tan cautivado con la indescriptible belleza de María que ío vieron elevarse en el aire. Un novicio de la Orden, que murió en Roma en 1581, fue sostenido por la Virgen cuando luchaba contra las tentaciones del diablo; a fin de fortalecerlo, de tiempo en tiempo ella le daba a probar la sangre de su Hijo y “el consuelo de sus pechos” (J. Huber, “Les Jesuites” (París; Sandoz et Fischbacher, 1875), p. 98 e 99).
La doctrina de la “inmaculada concepción”, creada por Duns Escoto, fue adoptada con entusiasmo por la Orden, la que logró que Pío IX la convirtiera en dogma en 1854. “Erasmo describía satíricamente la adoración a María en su tiempo. En el cuarto siglo se había inventado la historia de la casa de Loreto, una casa que, al parecer, los ángeles habían llevado desde Palestina. Los jesuitas aceptaron esa leyenda y la defendieron. Canisio llegó al extremo de mostrar cartas supuestamente escritas por María y, gracias a la Orden, comenzó a llegar mucho dinero a Loreto (como en el caso de Lourdes, Fátima, etc.).
“Los jesuítas presentaron toda clase de reliquias de la Madre de Dios. Cuando llegaron a la iglesia de San Miguel, en Munich, ofrecieron para veneración de los fieles algunos trozos del velo de María, varios mechones de su cabello y pedazos de su peine; se instituyó un culto especial para adorar esos objetos… “Esta adoración degeneró en manifestaciones inmorales y sensuales, especialmente en los himnos que el padre Jacques Ponlanus dedicó a la Virgen, El poeta expresaba que no había nada más hermoso que el seno de María, nada más dulce que su leche, y nada más agradable que su abdomen” (Bucher, “Oeuvres completes” (Munich, 1819, II), p. 477).
Se podrían citar innumerables afirmaciones semejantes. Ignacio quería que sus discípulos tuvieran una piedad “perceptible” y aun sensual, similar a la que él tenía, y obviamente lo lograron. Con razón tuvieron tanto éxito con los guaraníes; este fetichismo erótico era muy apropiado para ellos. Pero los Padres siempre pensaron que también sería apropiado para los “blancos”. Puesto que el fundamento de su doctrina era el menosprecio total a la gente como seres humanos, los “blancos” y los “indígenas” eran iguales, y ambos debían ser tratados como niños. Por tanto, trabajaban sin cesar propagando ese espíritu y las prácticas idólatras. Debido a su influencia sobre la Santa Sede, la cual no puede funcionar sin ellos, impusieron sus ideas y prácticas a la Iglesia Romana, a pesar de la oposición que ha disminuido gradualmente.
“El padre Barrí escribió un libro titulado ‘El paraíso se abre por medio de Í00 devociones a la Madre de Dios*. En él expone la idea de que no es importante cómo entremos en el paraíso; lo importante es entrar. Enumera ejercicios de piedad externa a María que abren las puertas del cielo. Entre otras cosas, estos ejercicios consisten en ofrecer a María salutaciones matutinas y vespertinas; dando con frecuencia a los ángeles la tarea de saludarla; expresando el deseo de construirle más iglesias que todas las que han construido los monarcas; llevando día y noche un rosario como brazalete, o una imagen de María, etc. “Estas prácticas son suficientes para proveernos salvación; y cuando estemos a punto de morir, si el diablo reclama nuestras almas, sólo tenemos que recordarle que María es responsable por nosotros y que debe tratar con ella” (J. Huber, “Les Jesuites” (París; Sandoz et Fischbacher, 1875), p. 106-108).
En su “Pietas quotidiana erga S.D. Mariam”, el padre Pemble recomienda: “Golpearnos o flagelarnos, ofreciendo cada golpe como sacrificio a Dios por medio de María; tallar con un cuchillo el sagrado nombre de María en nuestro pecho; cubrirnos decentemente en la noche para no ofender la casta mirada de María; decirle a la Virgen que usted estaría dispuesto a ofrecerle su lugar en el cielo si ella no tuviera uno propio; desear no haber nacido jamás o preferir el infierno si María no hubiera nacido; no comer jamás una manzana, como María había sido guardada del error de probarla” (J. Huber, “Les Jesuites” (París; Sandoz et Fischbacher, 1875), p. 106-108).
Eso se escribió en 1764; pero, al mirar numerosas obras similares que se publican hoy, vemos que, durante más de 200 años, esa idolatría sin control creció. El papa Pío XII se distinguió por el derecho de propiedad sobre María. Y, bajo su gobierno, gran parte de la Iglesia Romana siguió su ejemplo. Además, los hijos de Loyola, que siempre ansian conformarse al espíritu de la época, trataron también de acomodar estos asuntos medievales pueriles. Existen varios tratados publicados por algunos de estos Padres, bajo el gran auspicio del “Centre National de la Recherche Scientifique” (C.N.R.S.).
Si a esto añadimos los escapularios multicolores con sus virtudes apropiadas, la adoración a los santos, las imágenes, las reliquias, la defensa de los “milagros”, la adoración del Sagrado Corazón, tendremos una idea del “misticismo” con el que “las almas de los niños son impregnadas” mediante su contacto con maestros “que están saturados con él”, como escribió el R.P. Charmot en 1943. No existe otra manera de formar “cristianos elitistas”. No obstante, para vencer en la lucha contra Jas universidades, los colegios jesuítas tenían que expandir su enseñanza e incluir cursos seculares, ya que el Renacimiento había despertado la sed de aprender. Sabemos que así lo hicieron, tomando las precauciones necesarias para que tal aprendizaje no contradijera el objetivo de su enseñanza: mantener las mentes en completa obediencia a la iglesia. Por esa razón, sus alumnos son “rodeados” primero por esa “gran cadena de oraciones”, las cuales no bastarían si al enseñar no eliminaran cuidadosamente toda idea y espíritu heterodoxos. Por tanto, el griego y el latín (muy apreciado en estos colegios) se estudiaban por su valor literario; en cuanto al pensamiento ortodoxo “antiguo”, explicaban sólo lo suficiente como para establecer la llamada filosofía escolástica superior.
Los “humanistas” a los que estaban instruyendo podían componer discursos y versos en latín, pero ei único amo de sus pensamientos era Tomás de Aquino, un monje del siglo 13. Veamos el “Ratio Studiorum”, tratado fundamental de la pedagogía jesuíta que cita el R.P. Charmot: “Descartaremos con cuidado los temas seculares que no favorezcan la buena moral y la piedad. Compondremos poemas; pero nuestros poetas serán cristianos, no seguidores de paganos que invocan a las musas, las ninfas de la montaña, las ninfas del mar, Calíope, Apolo… u otros dioses y diosas. Además, si a éstos se les menciona, que sea con el fin de caricaturizarlos, porque son sólo demonios” (F. Charmot, S. J.,“La Pedagogíe des Jesuites” (París: Edit. Spes, 1943), p. 318-319, 508-509, 494).
Así, todas las ciencias — y en especial las ciencias naturales — son “interpretadas” de manera similar. El R.P. Charmot ni siquiera trató de ocultarlo cuando habló del profesor jesuíta en 1943: “Él enseña ciencias, no por estas mismas, sinocharm sólo con el propósito de dar la mayor gloria a Dios. Es la regla que san Ignacio estableció en sus ‘Constituciones'” (F. Charmot, S. J.,“La Pedagogíe des Jesuites” (París: Edit. Spes, 1943), p. 318-319, 508-509, 494).
También dijo: “Cuando hablamos de toda una cultura, no queremos decir que enseñamos todos los temas y ciencias, sino que damos una educación literaria y científica que no es puramente secular e impermeable a las luces de la Revelación” (F. Charmot, S. J.,“La Pedagogíe des Jesuites” (París: Edit. Spes, 1943), p. 318-319, 508-509, 494).
La instrucción que daban los jesuítas, pues, estaba destinada a ser más llamativa que profunda, o “formalista” como se le llama a menudo. “No creían en la libertad, lo que resultó fatal para la enseñanza”, escribió Boehmer. “La verdad es que los méritos relativos de la enseñanza de los jesuítas disminuyeron, mientras que la ciencia y los métodos de educación e instrucción progresaban y se desarrollaban, basados en un concepto más amplio y más profundo acerca de la humanidad. Bucklc dijo: ‘Mientras más avanzaba la civilización, más terreno perdían los jesuitas, no sólo por su propia decadencia, sino debido a todas las modificaciones y los cambios en la mente de los que los rodeaban… Durante el siglo 16, los jesuitas estuvieron adelante, pero durante el siglo 18, quedaron atrás de su tiempo'” (J. Huber, “Les Jesuites” (París; Sandoz et Fischbacher, 1875), p. 177).
Fonte: Edmond Paris, A História Secreta dos Jesuítas. Chick Publications, 1975, p. 62-66.
As demais partes deste material valioso, encontram-se abaixo:
Introdução – Bibliografia extensa sobre relatos envolvendo jesuítas e fanatismo sistemático oculto
Inácio de Loyola – A Fundação da Ordem dos Jesuítas
Os jesuítas na Europa dos séculos 16 e 17 – Itália, Portugal, Espanha, Alemanha e Suíça
Polônia, Rússia, Suécia, Inglaterra e França – Os jesuítas na Europa dos séculos 16 e 17
Missões jesuítas na Índia, no Japão e na China (séculos 16 e 17)
O continente americano e o Estado jesuíta paraguaio
A base dos ensinamentos jesuítas na Europa (sécs. 17 e 18): superstições idolátricas
As Leis (i)morais dos jesuítas
Os Jesuítas sofrem um Merecido Golpe
O Renascimento dos Jesuítas no século 19
Jesuítas no Segundo Império Francês, a Lei de Falloux e a Guerra de 1870
Los Jesuitas en Roma — El Syllabus
Los Jesuítas en Francia Desde 1870 Hasta 1885
Los Jesuítas, el General Boulanger y el Caso Dreyfus
Los Años Previos a la Guerra: 1900-1914
La Primera Guerra Mundial – El Ciclo Infernal
Preparativos Para la Segunda Guerra Mundial
La Agresión Alemana y los Jesuitas: Austria, Polonia, Checoslovaquia y Yugoslavia
El Movimiento Jesuíta en Francia Antes de la Guerra de 1939-1945 y Durante Ella
La Gestapo v la Compañía de Jesús
Los Campos de la Muerte y la Cruzada Antisemita
Los Jesuítas y el Collegium Russicum
El Papa Juan XXIII se Quita la Máscara
Conclusión
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