O Renascimento dos Jesuítas no século 19
[As abundantes citações de Edmond Paris no texto sobre jesuítas abaixo (mesmo estando em espanhol, algo que a internet resolve facilmente com tradutores online), e suas referências acessíveis, retira a desculpa do leitor negacionista (desinteressado pela Verdade?) permitindo que outros sejam sua consciência (“nihil obstat“), e aumenta a perseverança do leitor que persegue o rastro da Verdade e não se deixa levar pelas crenças e descrenças ao seu redor, e dentro de si. Hendrickson Rogers].
Cuando a Clemente XIV se le obligó a ordenar la supresión de la Orden Jesuíta, al parecer declaró: “Me he cortado la mano derecha”. La frase parece válida. Debió ser difícil para la Santa Sede separarse de su instrumento más importante para dominar al mundo. Sin embargo, la deshonra de la Orden —una medida política impuesta por las circunstancias— fue atenuada gradualmente por Pío VI y Pío VII, sucesores de Clemente XIV. Y, si el eclipse oficial de los jesuítas se prolongó por 40 años, se debió a la conmoción que la Revolución Francesa causó en Europa.
En todo caso, tal eclipse nunca fue total. “La mayoría de los jesuítas permanecieron en Austria, Francia, España e Italia, mezclados con el clero. Se mantenían en contacto o celebraban grandes reuniones cuando les era posible. En 1794, Jean de Tournely fundó en Bélgica la Sociedad del Sagrado Corazón, como un cuerpo docente. Muchos jesuítas se unieron a éste. Tres años después, el tirolés Paccanari —que se consideraba otro Ignacio— fundó la Sociedad de los Hermanos de la Fe. En 1799, las dos sociedades se fusionaron, quedando el padre Clariviere como líder; era el único jesuita francés que aún vivía. En 1803 se unieron a los jesuítas rusos. Así, cierta cohesión estaba retomando vida, pero las masas, y la mayoría de los políticos, no se dieron cuenta al principio” (Pierre Dominique,“La politique des Jesuites” (París: Grasset, 1995), p. 219). (Según Daniel-Rops, así ocurrió la extraña muerte de Paccanari, fundador de los Padres de la Fe: “Fue llevado ante la Santa Sede, luego lo encarcelaron en el castillo de San angelo y finalmente fue ‘asesinado'” (Etudes, septiembre de 1959)).
La Revolución Francesa, y luego el Imperio, le dieron nuevamente a la Compañía una credibilidad inesperada. Fue una reacción defensiva contra las ideas nuevas que estaban surgiendo en las antiguas monarquías. Napoleón I describió a la Sociedad como “muy peligrosa; nunca se permitirá su existencia en el Imperio”. Pero, cuando triunfó la Santa Alianza, los nuevos “monarcas” no despreciaron la ayuda de los absolutistas para conseguir otra vez la estricta obediencia del pueblo.
No obstante, los tiempos habían cambiado. Los Padres lograron retardar la propagación de las ideas liberales, pero no la pudieron detener; sus esfuerzos fueron más perjudiciales que útiles.
En Francia, la Restauración lo experimentó en forma amarga. Luis XVIII, político astuto y no creyente, procuró reprimir el creciente poder de los “ultras”. Pero, bajo Carlos X —de criterio estrecho y muy devoto—, los jesuítas no tuvieron problema. La ley que los había expulsado en 1764 aún estaba vigente. Eso no importaba. Dieron vida a la famosa Congregación, el primer tipo de Opus Dei. Esta hermandad religiosa, formada por eclesiásticos y laicos, se encontraba por doquier, pretendiendo que “limpiaba” el ejercito, la magistratura, la administración, la profesión docente. Realizaba “misiones” por todo el país, plantando cruces conmemorativas dondequiera que iba; muchas de éstas todavía permanecen hoy.
Incitaba a los creyentes a pelear contra los infieles y, llegó a hacerse tan aborrecible que aun Montlosier, un legitimista muy católico, exclamó: “Nuestros misioneros han provocado incendios en todas partes. Si algo se nos tuviera que enviar, preferiríamos la plaga de Marsella que más misioneros”.
En 1828, Carlos X le retiró a la Orden el derecho de enseñar, pero era demasiado tarde. La dinastía cayó en 1830. Odiados y en deshonra, los hijos de Loyola permanecieron en Francia, pero se mantuvieron ocultos puesto que la Orden aún estaba oficialmente abolida. Luis Felipe y Napoleón III los toleraron. La República los dispersó en 1880, bajo la administración de Jules Ferry. El cierre de sus establecimientos se puso en efecto sólo en 1901, bajo la ley de separación.
Durante el siglo 19, la historia de la Compañía en América y en la mitad de Europa estuvo igualmente llena de altibajos, como en el pasado, mientras peleaba contra las nuevas ideas.
“Dondequiera que ganaban los de mentalidad liberal, los jesuítas eran expulsados. Pero si triunfaba el grupo contrario, volvían a establecerse para defender el trono y el altar. Así, fueron expulsados de Portugal en 1834; de España en 1820, 1835 y 1868; de Suiza en 1848; de Alemania en 1872; y de Francia en 1880 y 1901.
“En Italia, desde 1859 los despojaron gradualmente de todos sus colegios y establecimientos, viéndose obligados a interrumpir las actividades prescritas en sus leyes.
Lo mismo ocurrió en los países latinoamericanos. La Orden enfrentó supresión en Guatemala en 1872; en México en 1873; en Brasil en 1874; en Ecuador y Colombia en 1875; y en Costa Rica en 1884.
“Los jesuítas únicamente vivieron en paz en países donde el protestantismo constituía la mayoría: Inglaterra, Suecia, Dinamarca y Estados Unidos de América. Esto quizá parezca extraño, pero se debió a que los Padres nunca pudieron ejercer influencia política en esos países. Sin duda, aceptaban esa realidad por necesidad más que por inclinación. De otra manera, habrían aprovechado toda oportunidad para influir en la legislación y administración en forma directa, controlando a las clases gobernantes, o en forma indirecta, agitando constantemente a las masas católicas” (H. Boehmer, profesor, Universidad de Bonn, “Les Jesuites” (París: Armand Colín, 1910), p. 285).
En realidad, los países protestantes no estuvieron totalmente inmunes a la acción de los jesuítas. “En los Estados Unidos”, escribió Fulop-Miller, “la Compañía ha desplegado una actividad sistemática y fructífera por mucho tiempo, porque ninguna ley la restringe”. “No estoy contento con el renacimiento de los jesuitas”, escribió eí ex presidente de la Unión, John Adams, a su sucesor, Tomás Jefferson, en 1816.
“Muchos de ellos se presentarán bajo más disfraces de los que haya usado jamás un jefe de los bohemios: como impresores, escritores, editores, maestros de escuela, etc. Si alguna asociación de personas ha merecido condenación eterna en esta tierra y en el infierno, es esta Sociedad de Loyola. Sin embargo, debido a nuestro sistema de libertad religiosa, sólo podemos ofrecerles refugio”. Jefferson respondió a su predecesor: “Como usted, me opongo al restablecimiento de los jesuitas, que hace que la luz dé paso a las tinieblas” (Rene Fulop-Miller, “Les Jesuites et le secret de leur puissanee”, v. II (París: Librería Plon, 1933), p. 149 e 150).
Como veremos, un siglo después se comprobó que estos temores estaban justificados.
Fonte: Edmond Paris, A História Secreta dos Jesuítas. Chick Publications, 1975, p. 71-76.
As demais partes deste material valioso, encontram-se abaixo:
Introdução – Bibliografia extensa sobre relatos envolvendo jesuítas e fanatismo sistemático oculto
Inácio de Loyola – A Fundação da Ordem dos Jesuítas
Os jesuítas na Europa dos séculos 16 e 17 – Itália, Portugal, Espanha, Alemanha e Suíça
Polônia, Rússia, Suécia, Inglaterra e França – Os jesuítas na Europa dos séculos 16 e 17
Missões jesuítas na Índia, no Japão e na China (séculos 16 e 17)
O continente americano e o Estado jesuíta paraguaio
A base dos ensinamentos jesuítas na Europa (sécs. 17 e 18): superstições idolátricas
As Leis (i)morais dos jesuítas
Os Jesuítas sofrem um Merecido Golpe
O Renascimento dos Jesuítas no século 19
Jesuítas no Segundo Império Francês, a Lei de Falloux e a Guerra de 1870
Los Jesuitas en Roma — El Syllabus
Los Jesuítas en Francia Desde 1870 Hasta 1885
Los Jesuítas, el General Boulanger y el Caso Dreyfus
Los Años Previos a la Guerra: 1900-1914
La Primera Guerra Mundial – El Ciclo Infernal
Preparativos Para la Segunda Guerra Mundial
La Agresión Alemana y los Jesuitas: Austria, Polonia, Checoslovaquia y Yugoslavia
El Movimiento Jesuíta en Francia Antes de la Guerra de 1939-1945 y Durante Ella
La Gestapo v la Compañía de Jesús
Los Campos de la Muerte y la Cruzada Antisemita
Los Jesuítas y el Collegium Russicum
El Papa Juan XXIII se Quita la Máscara
Conclusión
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(Hendrickson Rogers)